Testing the camera of the new iPhone 13 Pro

I went for a walk in Granada, Spain, with the new iPhone 13 Pro, released last week, and shot all the pictures using the Apple ProRAW format to see how far digital photography is now compared to DSLR cameras. I also used the VSCO app for adjusting the color, brightness, and other parameters.

The new x3 optical zoom, equivalent to a 77mm is a game changer for documentary photography

The forest of the Alhambra in my hometown is one of the most magical places in the world. These lights during the sunset between the trees and the ancient castle are so delicate and always difficult to capture.

I have to say, I am pretty amazed by the results, after using an iPhone XS for the past 3 years. The major improvements with respect to my previous iPhone are:

  • The 3X optical zoom. Most of my best street photography pictures with my DSLR are taken with 24-105mm lenses. The 3X optical zoom is equivalent to a 77mm lens. I found myself using it all the time to bring elements closer in city landscapes. Like cars and trees with buildings.

  • The new 0.5X wide-angle lens, equivalent to 13mm, is also handy for some types of images you can really magnify a person, animal, or element to respect their surroundings.

There is also a new macro lens that is amazing too, but I’ll probably use it only from time to time to capture insects, leaves, and other beautiful stuff, but definitely not my primary focus on taking pictures. I feel like it’s difficult to be original with macro photography and small creatures are pretty similar… 😂

But one of my biggest and unexpected surprises has been the new Apple ProRAW format. It was introduced at the end of last year for the iPhone 12. After testing it using VSCO I am really happy with how much control I get on the highlights and shadows, pretty similar to the experience with Adobe Camera RAW and the RAW files from my DSLRs Canon and Sony. As you can see in the images above and below the dynamic range in this difficult light situation is astonishing 🤯 . Read the Austin Mann review to learn more about the video capabilities.

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The portrait mode was already on my previous iPhone but on the 13 is even faster and makes possible to use with people or animals moving which is great for street photography. That bokeh is crucial for isolating the subjects around their context and what still make DSLR quite unique. The main drawback is that you can’t do it with any object more than 2 meters away and don’t support the Apple ProRAW form yet. Still not perfect but getting there year after year.

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Granada y la Malafollá

Los granaínos somos un poco como esos hijos, al que les sale un padre majo, listo, guapo y famoso. Cuando viajamos a la gran ciudad y por el apellido, o el acento, sospechan del paretesco y nos preguntan: - ¿ usted no será el hijo de .... ? Al sacarles de dudas, esbozan una sonrisa y empiezan a decirte lo mucho que les gusta tu padre. Cuando los granadinos reconocemos, que efectivamente, somos hijos de la ciudad de La Alhambra, es raro no escuchar de vuelta montones de piropos y envidias.

En los jardines del Generalife, en esa fusión entre agua y arquitectura, en las matemáticas hechas estuco, me empecé a preguntar cómo puede ser que los granaínos seamos famosos por ese carácter tosco que se conoce por malafollá.

Es muy difícil definir la malafollá, y atrevido traducirla por lo que en el resto de la península se conoce por la mala leche o la mala sombra. Para los de fuera, quizás podáis intentar comprenderla leyendo el libro de “La malafollá granaina” de Ladrón de GuevaraOtro importante cronista de aquí, Andrés Cárdenas, ha conseguido llevar la discusión hasta Nueva York mediante su tratado "Dejaos de pollas, vayamos a pollas", que versa sobre el inusitado uso de la palabra "polla" en nuestra provincia, para expresar prácticamente cualquier cosa.

Y yo mientras tanto, paseando por el palacio nazarí, me pregunto si todo esto de la mafollá pudiera ser una especie de complejo de Edipo. Una lucha de amor-odio, de acomplejamiento hacia la ciudad que nos crió, y que atrae cada año a más de 3 millones de turistas de todo el mundo. Sólo hay que echarle un ojo a la pasión exacerbada que despierta entre los propios granadinos los contenidos que publican la gente de @mfgranaina en Twitter o Facebook. La letanía del "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada" se repite un día sí y otro también. La gente ama a la ciudad con locura, pero no tanto a sus conciudadanos. De todo esto, se desprende un espíritu quejica del "fohhh" y "lavín compae", un caracter ordinario que parece nunca empatizar con el prójimo más cercano, con nuestros paisanos:

"Un granaíno entra en la peluquería. El barbero le recibe con amabilidad y le habla del tiempo, de su perro, de la portada del periódico, de la tertulia radiofónica, de su vecina que canta boleros y de las ganas que tiene de ir a la playa. Hasta que, por fin, pregunta a su cliente: "Y bien, ¿cómo le corto el pelo?" A lo que el granaíno responde: - en silencio " aproximación a la malafollá de J.E Cabrero

Me chiva Google que sólo 1 persona, en lo largo y ancho de la internet, y hace ya doce años, se atrevió a decir sobre Granada, esa muletilla que se suele construir para casi todas las ciudades feas: "Lo mejor de Granada son los granadinos".

Pero bueno, que no se puede tener todo, y ya se sabe, que como en Graná, ¡náh! , ¿verdad Frank Sinatra?

Años de Cárcel

A Coruña, España

Estos días que se habla mucho de cárceles, y tanto de Teixeiro, donde han metido a los padres de Asunta y de donde han sacado a la terrorista Inés Del Río. No puedo dejar de acordarme de Pilar Mingote y Paca Pardo. Hace ahora casi dos años, pasé un par de días por La Coruña tomando unas fotos en esta prisión gallega, para documentar una de las historias que contamos en el libro "Héroes Sociales 2.0". 

Bastaron unas horas en el módulo 10 de mujeres, para darme cuenta que realmente no tenía ni idea de lo que es una cárcel por dentro. Tampoco tenía demasiada idea de qué rol juegan en nuestra sociedad. Da igual cuántas películas haya uno visto sobre el tema o los libros que haya leído. Las cárcel es probablemente el lugar en la tierra más difícil de tratar de imaginar sin experimentarlo. 

Justo antes de entrar al módulo, encima de la puerta, rezaba el artículo 25 de nuestra Constitución que explica para qué se supone que sirven las cárceles:

 

"Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad"

 

"Reinserción", ese concepto, esa fe en la humanidad.

Pero lo cierto, es que nuestras cárceles, principalmente, están llenas de pobres. De víctimas. De gente que no necesitará reinsertarse, sino insertarse por primera vez cuando salgan. De inocentes nacidos en familias rotas, sin recursos, en ambientes marginales. Donde la educación no llega ni por las mañanas en el colegio, ni por la tarde en la casa. Donde la esperanza de progresar en la vida, se desvanece antes de que salga el sol. La primera ficha que suele caer es por drogas. El resto de delitos irán cayendo por sí solos, uno detrás de otro, como un dominó. Paradójicamente, ingresar en prisión puede salvarles, antes de que se les caíga la última ficha. 

Luego están los locos, esa gente que comete crímenes atroces que a todos nos escandalizan. Violaciones, maltratos, asesinatos macabros. Los que los medios etiquetan como "Los monstruos de …" Los incomprendidos, los traicionados, los impotentes, los que que nacen con un gen mal puesto, qué se yo. 

El grupo que más atención mediática recibe siempre, el de "los malos intelectuales". Los que vivían bien, o mejor que la mayoría, y que acabaron entre rejas. Los que conspiraban contra el status quo. Aquí es donde solemos meter a terroristas y corruptos. No he conocido nunca a un etarra, pero por lo que cuenta Fernando Reinares, que parece que sabe del tema, en su libro "Patriotas de la muerte" y en esta entrevista en RNE, yo apostaría por calificar a la mayoría de los terroristas con un perfil intelectual más bien bajo. Los que tienen más coco saben cómo no mancharse las manos. 

Y por último, los más minoritarios. Los que menos pena dan a los de fuera. Estos que viven en burbujas de cristal, en ambientes en los que sólo vales el dinero que tengas y los favores que puedas hacer. Los corruptos financieros, los Bárcenas, los Mario Conde, los Roca. 

Parece que toda esta gente, son pacientes demasiado heterogéneos como para diagnosticarles la misma enfermedad y recetarles el mismo tratamiento con variaciones en la dosis: "malos malísimos, a la cárcel". Seguramente, estaremos de acuerdo que en todos estos casos, es apropiado controlar su libertad por la amenaza que pueden representar en la calle. Pero ¿ todo el debate que vamos a hacer es cuántos años de cárcel se merecen? ¿la cárcel es una venganza colectiva? ¿los años de cárcel son una moneda de cambio? Y sobre todo ¿por qué dejamos pudrirse a todo esos presos del primer grupo? 

Esas son las preguntas con las que salí de Teixeiro aquella tarde otoño. Pilar Mingote y Paca Pardo, llevan años acudiendo regularmente a la cárcel para ayudar de verdad a darle otra oportunidad a las chicas del módulo 10. Las dos maestras hacen los imposible para que las reclusas se expresen y aprendan a hacerlo. Han hecho con ellas una asociación, una revista, talleres de lectura, una radio, una televisión, conferencias, entrevistas. Y todo con su voluntad y las pocas ayudas que reciben de las gente que les rodean y se enteran de sus proyectos. Pilar Portero lo cuenta mucho mejor que yo en el libro.

La niña fotógrafa de Sol

Iba sudando la gota gorda por Sol cámara en mano. No encontraba a nadie demasiado especial ni demasiado típico para retratar y poner por aquí. De repente me cruzo con esta niña adorable a hombros de su padre de safari por la ciudad. Sosteniendo con más firmeza que un fotoperiodista de guerra una cámara más grande que la mía, sin llevarla atada ni nada. La fotografío, me fotografía, seguimos nuestros caminos.

ACTUALIZACIÓN: conseguimos localizar a la niña fotógrafa, se llama Marta. También tenemos  la foto que ella hacía en ese instante :)

Tiendas de Barrio

Antonio tiene una tienda de tejidos para el hogar en pleno centro de Madrid. Almacenes de Aragón heredada de padre y abuelo, llevan en la Corredera Baja de San Pablo desde principios del siglo pasado. Tan vieja y tan vintage como la máquina registradora con la que le hago posar, ahora le busca un coleccionista que la siga mimando.

Los pijamas de franela del escaparate me intrigaron tanto que nos animamos a entrar. Al pedirle permiso para hacer alguna foto a su tienda centenaria se encendió la mecha de la conversación. Me comenta Antonio que se pueden contar con los dedos de la mano los clientes que entran un sábado por la tarde, y además que estos son muy distintos a los de cualquier otro día de la semana. En asueto se entra a la tienda con una predisposición diferente; más tranquila, más charlatana, más de véndeme lo que quieras. Que si dame unas sábanas del Real Madrid para el niño o una faja para la abuela. Los lunes se venderá más, pero la gente va a tiro hecho, saben lo que buscan. Antonio tiene elaborado todo un tratado sobre la psicología del comprador.

Antonio es un tipo que se comunica realmente bien y con su camisa bien planchada y corbata transmite un estilo de despacho más que de mostrador. Es entonces cuando nos cuenta que a los 30, por gusto y por ponerse un poco al nivel de estudios de su señora y círculo social más cercano, se puso a estudiar Derecho a media jornada. Sin prisa pero sin pausa. Tanto empeño le puso a los libros que hasta acabó leyendo tesis doctoral sin abandonar nunca el negocio familiar.

Antonio se queja de los políticos del Congreso como todo hijo de vecino. Espera poder jubilarse en tres años y dos días, las cuentas de lo que le queda las lleva como cuando hacía la mili, me dice. Habla resignado sobre la crisis mientras corta la tela para hacer unas fundas de almohada a medida que le han encargado. Aunque se percibe que a pesar de todo es un tipo bastante feliz, realizado.

Su negocio no sólo está tocado por el efecto mariposa que sufrimos ahora todos del ladrillo. Lo suyo empezó a resentirse de verdad a mediados de los 90 cuando los hipermercados brotaron por toda España combatiendo con su economía de escala al pequeño comercio. Ahí empezó esa caída de estas tiendas de barrio cercanas de tenderos con experiencia, inteligentes y simpáticos con las que se puede conversar. Gente que creaban tejido y cohesión social en mitad de procesos mercantiles ahora tan eficientes como fríos.